Normalmente me permites que me quede de rodillas, junto a la cama, mientras follas con tus amantes. Te beso la mano y te doy las gracias por hacerme cornudo, mientras veo como te mueres de deseo, como tu coño atrapa la polla de tu macho y te lo follas con vehemencia y pasión. Pero nunca me habías dejado acercarme a la cama, estar junto a ti y abrirte las piernas para ofrecerte a tu macho. Ahora sí. Anoche me dijiste que habías cambiado de idea y que sí me dejaba azotar el culo antes de que me hicieras cornudo, me permitirías que te abriera el coño y te ofreciera a tu macho.
- Es lo menos que puedes hacer por mi, por mi felicidad -me dijiste.
Y tenías razón. Gracias, amor mío, por ser tan buena y comprensiva.
Te amo.
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