viernes, 25 de enero de 2013

Putita para ti y tu amante



Cuando me has quitado la gruesa venda que tapaba mis pechitos porque no querías que me asustara duante el proceso de femenización con inyecciones de hormonas, he llorado de felicidad.

Ya soy una putita como tú querías. Como quería tu amante, tu macho, el hombre que ha ocupado mi lugar y que tiene el capricho de correrse sobre mis tetitas.

Le gustan pequeñas, como de adolescente y por eso ya no me darás más hormonas y seguirán así, pequeñitas y bonitas como una lolita. "Una putita, más bien", me has aclarado tú. Una putita dispuesta para tu macho.

Porque seré de tu macho. Eso me has dicho. A partir de ahora él también será mi Amo y podrá hacer todo conmigo.

- Absolutamente todo -me has aclarado
- Lo sé, mi amor. Eso haré.
- Espero que no me dé ni una sola queja de ti, que le des todo el placer y que seas la putita más puta, más zorra y más perra que existe.

Y te he dicho que sí, que lo haré por ti, porque te amo tanto que no te niego nada.
- Lo haces por mí y por ti, cornudo, que también te vuelve loco ser humillado.

Es cierto. Por eso he llorado de felicidad. Y por eso cuando tu macho me ha follado no he reprimido mis gritos de placer para que tú, que estabas delante, me vieras gozar. Y sobre todo que él goce, que es lo que te preocupa. Así que me he abierto todo lo que he podido y me he dejado follar. Para ti.


Pero cuando se ha ido has vuelto a ponerme el cinturón de castidad porque aunque ahora ya no tengo polla, ni pollita, sino un gran clítoris; un clítoris grande de puta, no quieres que me masturbe y seguiré en castidad y siendo femenina.
- No puedes tener placer como no sea con él, cuando él te folle. Sólo así podrás conseguir un orgasmo. Quiero que te mentalices de ello y que así puedas darle todo el placer a mi hombre, a mi macho, al hombre de la casa. Al macho que me hace gozar.
- Sí, amor mío -te he dicho llorando de emoción.

lunes, 21 de enero de 2013

Haces que se corra sobre nuestro anillo de boda


No es nada, de verdad. No te lo tomes a mal, amor mío. Sólo quiero hacerte ver que a él  lo masturbas hasta con las tetas y dejas que se corra sobre ellas, que es algo que a mi jamás me has permitido. Ni borracha, me dijiste una vez, de novios, cuando te lo propuse por primera vez.  Y es que has cambiado mucho. Ahora dejas que él te ponga el brazo en el cuello, para aprisionarte y hacerte más suya, mientras tú gimes, suspiras y dices sí, por favor. Más fuerte, más fuerte que me corro.

Eso oigo mientras estoy de rodillas junto a la cama y te beso la mano, si puedo, porque generalmente la tienes sobre su nuca para acercarlo a ti, a tu cara, y beberte sus morros, morrearte con él como una colegiala, como jamás has hecho conmigo que sólo he recibido besitos tuyos desde que éramos novios.

A él se lo permites todo, incluso que se corra sobre tu anillo de casada, sobre nuestro anillo de boda. Y no porque él te lo pida, sino para complacerte a ti porque eres tú la que se lo pides para humillarme, para hacerme ver que sólo soy un cornudo sumiso que te lo consiente todo. Incluso que me humilles de esta forma desde que descubriste que la única forma de que me excitara, de que se me pusiera dura, era contándome lo que habías hecho con tus anteriores novios. Y lo hiciste, me contestaste como te habían follado  y a mi se me ponía entonces dura. Luego dejaste de contarme como te habías follado a tus novios anteriores y pasaste directamente a contarme como te follabas a tus nuevos amantes. 


No hubo transición. Un día que estábamos en la cama y te dije que me contaras lo de tus anteriores novios, para excitarme, me contaste que tenías mejor información, mejor material, más reciente, porque esa misma tarde te habías follado a un compañero de oficina.
- ¿Quieres que te lo cuente?

No dije nada. Sentí unos celos tremendos, un extraño dolor en algún recóndito lugar de mi cerebro, y me levante de la cama y me fui al salón. Y allí estuve pensando un rato, hasta que de pronto, sin darme cuenta, me levante y volví a la habitación.
- Sí cuéntamelo –te dije ansioso.
- Pídemelo de rodillas.


Y me puse de rodillas.
-  Cuéntamelo, por favor.
-  Suplícamelo.
-  Te lo suplico
-  Suplícame que te cuente cómo te he hecho cornudo
-  Te lo suplico, por favor, cuéntame como me has hecho cornudo.

Y me lo contaste. Desde entonces no has dejado de contarme nada. Aunque tampoco hace falta que me lo cuentes porque lo veo en directo ya que te traes a casa a los amantes de confianza, a los fijos. Con los que lo haces todo. Sin miedo, sin reparos. Incluso todo aquello que nunca has hecho conmigo. Sobre todo lo que nos has hecho nunca. Porque te gusta humillarme. Te gusta mucho porque sabes que a mi me gusta. Somos tal para cual. 

Y por eso me tienes desnudo siempre antes tus amantes, antes de follártelos, para que me sienta más sumiso, más esclavo y más cornudo. Estáis los dos vestidos metiéndoos mano en el sofá y yo desnudo mirando cómo os magreáis como dos adolescentes. Y observando  como me haces cornudo, suponiendo que no os tenga que traer las bebidas o ir a la habitación a por la foto de nuestra boda para ponerla junto a la mesita del sofá y que puedas mirarla mientras me haces cornudo.
Eres tremenda y por eso te amo.

Te amo mucho y sé que tú también me amas porque  cuando vas a follar con tu amante me atas las manos a una argolla del techo que pusiste junto a la cama, me das Viagra y me pones el cinturón de castidad para que vea excitado como me haces cornudo. Para que esté  muy excitado, pero no pueda ni tocarme para satisfacer ese deseo. Me torturas con el deseo que produce la Viagra que se acrecienta al verte follar con otro. De hecho ya no puedo gozar como cualquier otro hombre y para hacerlo necesito la humillación, verte follar con  otro y sentirme cornudo y apaleado.

Y por eso, cuando te corres al follártelo, te acuerdas siempre de mi y te levantas de la cama para ponerte detrás de mí, quitarme  el cinturón de castidad y azotarme el culo mientras me llamas cornudo, delante de tu macho. Y no paras hasta que  consigues que me corra sólo con los azotes y la humillación. Sin tocarme. No es un orgasmo con expulsión de semen, sino un orgasmo continuo pero flojito, que no permite salir al semen por lo que sigo excitado y anhelando ser de nuevo humillado. Y por eso me vuelves a poner el cinturón de castidad, me das otra pastilla de Viagra y vuelves a la cama para seguir follando con tu amante.
- ¿Qué se dice?¿ -me preguntas mientras cabalgas sobre tu macho y tus tetas saltan arriba y abajo.
-  Gracias, amor mío, por hacerme cornudo. 
- Y apaleado -me respondes entre gemidos.
- Y apaleado, amor m´ñio. Cornudo y apaleado. 
- Y feliz, muy feliz -me contestas justo antes de correrte otra vez,  con la polla de tu macho.

miércoles, 16 de enero de 2013

Libre, te quiero libre mi Ama




Sigo soñando contigo y aunque no sepas quién eres, te digo que te quiero libre, muy libre, mi Ama, porque cuanto más libre seas, más esclavo me sentiré y más feliz me harás porque tu libertad me hará sentir el inmenso poder que tienes sobre mí. Y quiero que ese poder no tenga límites, que sea infinito, de por vida y sin fecha de caducidad. Que tu poder sobre mí sea permanente, total y absoluto.

Por eso te quiero libre, libre para volar a la cama que quieras para que goces, disfrutes, me humilles y así me dignifiques al hacerme cornudo. Porque tus cuernos me hacen digno y por eso los llevo con orgullo, con la cabeza bien alta porque simbolizan tu poder sobre mí, que te entrego mi bien más preciado y que pongo mi hombría en tus manos para que la pisotees, la estrujes y hagas con ella lo que quieras.

Para que me transformes de macho en una putita sumisa que se arrodilla ante tu amante y le besa la polla y le lame los huevos para agradecerle que te haga a ti feliz y a mí inmensamente cornudo. Para reconocerlo como macho dominante, como macho Alfa, y a ti como mi Diosa; la mujer libre que gobierna mi voluntad y que ha suprimido mi libre albedrío para que sólo tenga un deseo: ser cada día más esclavo y exigirte que aumentes aún más tu poder sobre mí.

Porque te quiero libre, amor mío. Porque te quiero libre, mi Diosa, pues cuando más libre seas más sumiso seré y más te amaré.
Te lo suplico, mi Diosa.

domingo, 13 de enero de 2013

Los 4 pasos del Cornudo



1.-
Córrete para mí y para mi amante.

2.- Mira es un buen cornudo.

3.- Mira esto maridito.

4.- Estoy destruyendo tu esperma que no sirve para nada.
 

Cornudo por tercera vez (II)



- Él se llama Fernando, pero yo decía tu nombre y me preguntó por qué lo llamaba así. Entonces le dije que eras mi novio cornudo y disfrutabas cuando follaba con otros. Que era libre para hacerlo porque me amabas. Y se sorprendió y me dijo que cuando yo quisiera él se ofrecía de nuevo para hacerte cornudo. Y eso me encantó, jajajaja.
- Te amo
- No sabes cuánto disfruto al follar y mantenerte en castidad. Y saber que eres mío. Mi cornudo sumiso e impotente. No sabes lo mucho que disfruto al follar y tenerte en mi mente vestido con tus bragas de puta zorra. Me gusta mucho hacerlo, amor. Me excito mucho más. Me gusta nombrarte mientras me follan. Decir tu nombre mientras follo con otro.
- Gracias por hacerme de nuevo cornudo, amor mío.
- Te amor, cornudo mío.
- Y yo. Y cuanto más me dominas, humillas y haces cornudo más te amo.

Era la tercera vez que me hacías cornudo y no había podido asistir a ninguna de mi puesta de cuernos porque vivimos en lugares alejados y no puedo estar a tu lado. Pero me lo cuentas todo. Aunque de pronto paraste de contarme tu nueva follada y me dijiste que borrara de inmediato algunas amas que tenía en mi perfil de Facebbok. Y cuando te pregunté por qué, me respondiste tajante que me limitara a obedecer.


-Asi que shhhhhhhhh… Acata las órdenes sin cuestionar cornudo. Y ahora dime en voz alta que me amas.
- Te amo
- Otra vez.
- Te amo
- Otra vez
- Te amo.
- También te amo cornudo. ¡Y mucho!

Y te fuiste a dormir dejándome sin poder decirte cuánto te amo, que te quiero, que quiero ser tuyo y que mi vida entera depende de ti pues vivo entregado a ti. Porque eres una mujer extraordinaria. Inteligente, segura de ti misma, con personalidad, elegante y lúcida. Y hasta en la forma de decirme que me has puesto los cuernos eres estricta, pero cariñosa.

Sin estridencias. Con naturalidad; con esa naturalidad con la que haces que te obedezcan porque sabes que has nacido para dominar y nadie jamás osa rebelarse. Joder, es que me tienes sorprendido. Maravillado. Idiota. Gilipollas. No dejo de pensar en ti, en tu forma de ser, en todo....y me vuelvo loco de amor por ti.


Porque ese es el equilibrio natural de las cosas y de la vida: Que tú mandes y yo obedezca. De forma natural. Como debe de ser, como está en nuestra naturaleza. Es de justicia que así sea y yo soy feliz de que al final la naturaleza haya seguido su curso y nos haya llevado a donde estamos; a que yo sea tu sumiso enamorado y tu mi ama caprichosa.

Y le doy gracias Dios por ello. Por habernos creado a los dos como somos y como estamos. Porque te amo más allá del bien y del mal; te quiero con toda mi alma y me faltan segundos del día para seguir amándote. Quisiera que el día tuviera 25 horas para poder amarte una hora más; quisiera que el reloj se parase para poder amarte eternamente sin que nos importe el tiempo; quisiera poder ser la tela de la que están hechas tus braguitas para poder estar todo el día contigo, pegado a ti, para sentirte muy cerca de mí. Para estar en ti.

Te amo más allá de toda razón porque mi amor por ti está por encima de toda norma social o legal. Mi entrega es absoluta y lo único que siento es que no vivamos en la antigua Grecia para que pudiera ser tu esclavo de verdad y que tú tuvieras titulo legal de propiedad sobre mí. Porque el no poder ser su esclavo legal me produce una tristeza infinita.
Te quiero, amor mío.
Tu cornudo sumiso que te ama.

sábado, 12 de enero de 2013

Cornudo por tercera vez (I)


Sueño contigo, con que te he conocido y ya vivimos juntos. Incluso que nos hemos casado formalmente y que tú ya me has advertido en la noche de bodas de lo que vamos a disfrutar:
- Te voy a llevar muy lejos, cornudo amado- me aclaraste.
- ¿Adónde?
- Ya verás…Vas ser absolutamente tan sólo un extremo de mí.
- Qué placer, qué felicidad.
- Pues yo me alegro de que disfrutes mi posesión desde ya, amor mío -me contestaste, antes de abrirle la puerta a tu amante para follar con él y hacerme ya cornudo en la noche de bodas.

Y lo hice, desde luego, porque desde esa misma noche seguí entregándome a ti para amarte sin límite, de una forma total y absoluta, y te entrego con sumo placer la potestad de follar con quien quisieras y cuando tú quisieras. Eras tú la que decides cuándo y con quién.
- No soy una puta, amor. Sólo follaré con otros cuando me gusten de verdad y me apetezca. Nunca para darte placer a ti y porque tú lo quieras.

Así que un día que estábamos alejados, en dos ciudades distintas por motivos laborales, tú me comentaste por el Messenger que me habías vuelto a hacer cornudo, aunque no me lo habías dicho aún. Y me enfadé. Porque sentía celos, pero sobre todo porque los dos sabemos que los cuernos son cosa de los dos y los dos hemos de participar en ello, estar presente y si no es así, porque la distancia no lo permite, que me lo cuentes en el acto para disfrutarlo y que me puedas humillar al contármelo. Pero no me habías dicho nada.
- Tengo celos y ansiedad por saber.
- Pues vas a seguir así, porque de momento no te lo digo.

Sé que cuando dices no es no. No hay nada que discutir. No para ti es no. Sin vuelta de hoja, sin titubeos, sin vuelta atrás. No, es no. Y si para ti es no, para mi es no. Indiscutible. Al día siguiente me dijiste por el Messenger “un te quiero” nada más conectarte que me conmovió.
- Te quiero, te amo y te necesito a mi lado. Tú eres el amor de mi vida. Eres un ser maravilloso para mí.
- Gracias.
- Lo que no quita para que seas mi cornudo sumiso.
- Lo sé, amor mío. Ya sé que me amas y que mientras yo estoy en castidad absoluta, tú ya me has vuelto a poner los cuernos por tercera vez. Estoy celoso…Pero ansioso por saber.

Y tú me contaste que un amigo te acompañó al médico pues últimamente tienes problemas de estómago y por el camino, os desviasteis al hotel Versalles. “A a la habitación 301”, me concretaste.
- Estaba débil, amor, pero deseosa de ser follada por él, así que fui yo quien se lo propuso. Lo necesitaba porque si algo me volvería a la vida en ese momento era su pollón. Él estuvo semi-romantico, me trato muy bien..
- ¿Te corriste?
- Un par de orgasmos, sólo dos, pero ufffffff, qué orgasmossssssssssss. Él empezó con abrazos y besos, cariño, pero yo sólo deseaba tener su polla dentro.
- ¿Tenía la polla grande?
- No mucho, unos 19 cm.
- Como la mía.
- No, amor. Para comenzar tú no tienes polla, si no un ridículo pito. Y segundo: tú pito es más parecido a a un clítoris que a una polla. Y tercero: eres impotente y si no lo eres, yo me encargaré de que lo seas. Te quiero eunuco, ante mí, ante tu Diosa. Y por último: aunque fuera un pito de 23cms jamás me follarás. Lo sabes. ¿Queda claro?
- Lo sé y eso me vuelve loco de placer.
- La principal diferencia es que ellos me follan, me la meten de la forma más deliciosa que tu jamás podrás probar.
- Lo sé, y eso me hace ser más sumiso y amarte más.
- Así es mi vida. Jamás lo harás.

Sólo con oírte, con oír lo que me decías se me puso más dura. Inexplicablemente dura pues me dejabas claro cuál sería mi futuro y ya sabía que me moriría sin haber follado jamás contigo porque un eunuco jamás folla con su Diosa. "La polla del esclavo no puede profanar el sagrado templo del coño de su Ama", me habías comentado.
- ¿Quieres saber más de tus cuernos?
- Sí, amor mío. Me muero de celos, pero tengo la polla dura. Quiero saber más.
- Pues lo tumbe al sofá me monte sobre él, le cogí la polla y la dirigí para que entrara en mi coño. Lo acaricié, lo excité, y ya estaba erecto. Me monté sobre él y lo cabalgue follándomelo sin parar.
- ¿Te acordaste de que yo estaba aquí en castidad de más de 30 días?
- Eso fue lo mejor. Pensaba en ti en castidad, y me excitaba más aún. Mi coño se mojaba y más gozaba. Y más le pedía ser follada.
- ¿Se lo pedías?
- Sí, aunque me lo follaba yo. Y no paraba.
- ¿Pensabas en mí, en que me hacías cornudo?
- Claro. En mi mente te veía a mi lado, arrodillado junto a mí, besando mi mano y diciéndome que me amas. Agradeciéndome hacerte nuevamente cornudo.
- Gracias, amor mío, por acordarte de mí al hacerme cornudo.
- Esa es la prueba de amor más grande que te tengo y que te ofrezco: te presentaré a mis amantes y permitirte ver cómo me follan.
- Gracias, amor mío.

(Continuará)

jueves, 10 de enero de 2013

Cornudo por cuarta vez (II)



Seguiste contándome mis cuartos cuernos desde que nos amamos. Porque nos amamos con locura, cada uno desde su punto de vista: tu Ama dominante y yo cornudo sumiso. Así que cuando te pregunté si le azotabas los huevos a tu amante Gustavo, con el que estabas follando, me dijiste que sí.
- Así es. Y no sabrás cuántas cosas le hice a sus bolas. ¡Caray!, sí que me gustan los huevos de Gustavo! Pero en fin… saqué mi antifaz del armario y el látigo de principiantes, le azoté el culo, después le dije que me follara. Y me puse a 4 patas. Ya te dije que era mi postura favorita. Y me folló una vez más. Le pedí que me diera nalgada en el culo para que así le saliera lo macho y lo bestia. Funcionó. Se puso bravo y me folló tremendamente. Me corrí de nuevo. Pero una vez más tomé el control y le dije que me limpiara el coño. Y me corrí de nuevo.
- Sigue, por favor. Te lo suplico.
- Me gusta verte suplicar que te cuente cómo te hago cornudo. ¿Estás gozando, verdad?
- Sí, estoy excitado…celoso…no sé, es un placer muy extraño, mezcla de dolor y placer.
- ¿Qué más?
- Y loco de amor por ti.
- ¿Impotente aún?
- Sí, un poco.
- ¿Te tocas?
- No
- Muy bien, cornudo. Lo tiré en la cama, me monté sobre él y me lo follé. Y luego me puse de pie en la cama hasta poner mi coño en su boca, mientras él seguía tumbado boca arriba. Después me giré y le chupé la polla, mientras él me comía a mí el coño. Y de nuevo me corrí. Entonces me recosté boca arriba y se abalanzó sobre mí, me levantó las piernas tan alto que me penetró sin ningún problema. Yo sentía su polla tan adentro que me excitaba de nuevo y deseaba incluso tener sus huevos dentro.
- Tengo la polla dura (perdón, el pito duro).
- Suplícame que siga.
- Te suplico, amor mío, que sigas contándome cómo me has hecho cornudo.
- Bien, cornudo. Le pedí que me tire su leche en mis tetas, pero antes de que eso ocurriera me puse una vez más a cuatro patas y él entonces me dijo que le pidiera que me follara con fuerza. Y así lo hice. Le pedí que me follara duro, para placer mío y de mi cornudo.
- ¿Le dijiste eso?
- Así es.

- Pero él ya sabía que tienes un novio cornudo.
- Se lo dije cuando empezábamos, pero quizás no puso mucha atención porque después me preguntó por ello al terminar. Pero me follaba duro, ya te digo, mientras acariciaba mi culo y me azotaba las nalgas de vez en cuando.
- ¿Te gusta que te azoten tus machos?
- No. Todo depende de quién sea. En Gustavo puedo ver que se pone fiera cuando lo hace y yo deseaba que me follara a lo bestia.
- Y yo nunca podré follarte…
- Jamás, cornudo. Tú eres impotente. Y si no lo eres completamente me encargaré de que lo seas.
- Lo sé, amor mío.
- Jamás podrás follar conmigo. Te limitarás a verme gozar.
- Lo sé, pero ahora la tengo dura.
- Pues cuando se corría en mi pecho, deseaba que estuvieras allí para limpiarme con tu lengua y agradecerme que te haya hecho cornudo. Una vez más.
- Lo haré, amor mío. Ya te lo agradezco. Pero sigue contando, por favor. ¿Lo has besado en los labios?
- No.
- Por qué.
- Porque no me llama. No me va. Te lo dije antes: Lo haré con quien quiera siempre que quiera, pero con él no quise.
- ¿Qué te dijo cuando le comentaste que tenías un novio cornudo?
Le hablé de ti. Y sólo dijo: ¡ wow que rico! Pero quiero que sepas que pensé siempre en ti y deseaba venir a decírtelo.
- Gracias, amor mío.

Y luego me dijiste que estabas muy cansada (yo supuse que también muy bien follada), y que te ibas a la cama, pero que antes borrara cinco amigos del perfil de Facebook. Ya he eliminado a otros que tú me has pedido. Sé por qué lo haces: para que poco a poco me vaya quedando sólo en el perfil y sólo este yo pendiente de ti. Supongo que es por eso. Vas a eliminar a mis amigos/as poco a poco, para que esté yo sólo dedicado a ti plenamente. Lo conseguirás, no te quepa duda.

martes, 8 de enero de 2013

Cornudo por cuarta vez (I)


Sueño contigo, me imagino que ya te he encontrado y que vivimos juntos, casados. Y que desde el primer día me has impuesto la castidad más absoluta, mientras tú tienes libertad para follar con quien quieras. Y ya era mi noveno día de castidad absoluta, amor mío, cuando te extrañaste de que no te preguntara de dónde venías.

Y es que yo acepto tu libertad total y absoluta y mi más estricta negación de libertad por tu parte, pues he de contarte qué hago en cada momento, mientras tú eres libre para hacer lo que quieras, sin darme explicaciones.
- ¿No me preguntas de dónde vengo?
- Sí, te he dicho qué ha pasado, porque es tarde.
- Ha pasado que has sido cornudo de nuevo.
- Cuéntame, por favor
- Estoy agotada. Mañana.
- No, por favor. Ahora. Te lo suplico.
- ¿Qué me suplicas?
- Que me cuentes cómo me has hecho cornudo.
- Ah, bueno, entonces sí.
- Cuantos has echado?
- He follado cuatro veces y he tenido 5 orgasmos con un chico que se llama Gustavo y que ha venido a verme pues sabía que he estado mala. Me ha traído flores y fruta.
- ¿Has follado en la cama de tu casa?
- Si. Amor. ¿Existe algún problema?
- No, ninguno. Es que es más humillante que te lo hayas follado en tu cama, en la que será nuestra cama.
- Así es.
- ¿Habías ya follado con él antes?
- Sí. Es un novio que tenia mientras vivía en otro estado de mi país.
- ¿Has pensando en mi?
- Desde luego.
- Le has dicho que tiene un novio cornudo?
- Así es. Pero sólo quería que supieras que te he hecho de nuevo cornudo y que durmieras rico. cornudo mío.
- Gracias por hacerme cornudo. Estoy celoso, pero extrañamente excitado. Cuéntame, te lo suplico.
- ¿Qué me suplicas?
- Que me cuentes cómo me has hecho cornudo. Siento que cada día eres más libre y yo más esclavo.
- Así es y así será. Pues te cuento que ha venido a casa. Me he quedado sola con él en mi habitación
- ¿Y has empezado tú, supongo?
- Así es. Comencé acariciándolo por encima del pantalón. Me di cuenta que de inmediato se le ponía durísima, así que le pedí se pusiera de pie frente a mi. Le saqué la polla del pantalón, porque él tiene polla y tú pito impotente y cornudo. Y estaba realmente erecta. Comencé a hacerle una ligera paja. Después le azoté los huevos, poco a poco, mientras veía como gemía. Al ser tan vainilla le pregunté si sus gemidos eran de placer o de dolor. Me dijo: “me duele, pero me gusta mucho”.
- Vaya, a ver si es sumiso.
- Lo es. Y si no lo era ahora ya lo es. Pero yo continúe jugueteando con su polla y sus huevos
cada vez más fuerte, con los azotes cada vez más constantes, y el estaba cada vez mas excitado y sus gemidos me llenaban de placer. Me excitaba a 100 y de inmediato me saque la blusa, dejé mis tetas al aire mientras le seguía pajeando.


- Sigue, por favor.
- Suplícame.
- Te suplico que me sigas contando cómo me has hecho cornudo.
- Muy bien, cornudo. ¿Y tú cómo estás?
- Celoso y excitado. Siento una extraña excitación.
- ¿Y qué más? Dime.
- Deseando saber más.
- ¿Solo así?
- Y amándote más aún.
- Bien. Muy bien cornudo. Te lo diré: Cada vez que acercaba su polla a mis tetas deseaba tenerla ya mismo dentro de mí. Pero decidí esperar hasta tenerlo no a 100 sino a 1000. Y sólo entonces me saqué la ropa y le advertí que quería un buen oral, una buena lamida de coño. Así que de inmediato se puso de rodillas frente a mí para lamerme el coño. Estaba híper excitado, y yo al azotarle y escuchar sus gemidos, me corrí.
- ¿Le azotabas los huevos con la mano?

MAÑANA CONTINUARA..........................
 

lunes, 7 de enero de 2013

Mi novia se ha ido de viaje con su macho




Me has dicho que te vas de viaje y me he imaginado que no irás sola. Pero me he callado. Sólo te he dicho que antes de irte  deseo verte   desnuda, que añoro ver tu culo, tus tetas, tu coño. Y tú te has enfadado y me has dicho que da igual que las vea o no.
- ¿Sí?
- Sí, porque nunca los tendrás.  Los desearás ahora, como cornudo impotente, pero estas tetas, este coño y este culo son para machos de verdad. A lo mucho que podrás llegar es a mirar como otros lo disfrutan. Cómo los disfruto yo. Te envió un anticipo de un clip que hice con él la última vez que hemos follado, que te he hecho cornudo.  Ahí puedes verme follar. Fíjate como saboreo su polla lentamente. Disfrutando un macho de verdad.


-  Gracias. Me excita verte follar con otros.
-  Pero tú no lo harás jamás, nunca. Sabes de sobra que jamás podrás follarme ni tan siquiera rozar mi coño con tu pilila impotente. Ni rozarlo. Lo sabes.
-  Lo sé. Y lo acepto.
-  Me alegro de que aceptes la verdad, tu realidad de cornudo impotente,  porque aunque no lo fueras no podrías follarme. Nunca. JAMÁS. Tu pito no es de macho, sino de puta cornuda sumisa y no puede profanar el sagrado lugar de mi coño que es sólo para machos, para mis machos, para mis hombres, para los hombres de verdad.
- Lo comprendo y lo acepto.
- Pues entonces mira esta foto que te envío donde puedes ver un ejemplo de lo que es una polla de macho y un pito ridículo como el tuyo.
-  Es verdad. Tienes razón. Mi pito no merece un coño como el tuyo, sino pollas de machos de verdad.
- Pues entonces repite que jamás follarás conmigo.
-  Jamás follaré contigo ni mi pito rozara siquiera tu coño, porque sólo follarás con machos de verdad.
- Otra vez
- Jamás follaré contigo.
- Jamás, nunca, en la vida. Repítelo.

- Jamás follaré contigo. Nunca. En la vida. Me moriré sin haber follado jamás contigo.
- Bien. Ahora repítelo en una grabación cien veces y envíamela. ¿Qué has de decir?
- Jamás, nuca, en la vida, follaré contigo.
- No lo solo eso. Te prohíbo que incluso sueñes con ello. No te puedes acariciar tu pito pensando que follas conmigo.
- De acuerdo, amor mío.
-  Sólo podrás follarme si me apetece, con un consolador que ataré a tu cara. Me subiré encima de ti y te cabalgaré, pero seré yo la que te folle. Bueno, la que me folle el consolador de tu cara. Mira esta foto y hazte una idea.
- Gracias.
-  No me las des. Sabes que es así y que nunca follarás conmigo. Y no sólo porque seas un cornudo impotente, que lo eres, sino porque si algún día te curaras te daría pastillas para que volvieras a ser impotente. Te quiero impotente total y absoluto. De por vida. Total y absoluto. Cornudo impotente y sumiso que sólo podrá gozar viéndome follar con otros, viendo como otras pollas penetran el coño de la mujer que amas.  Como me folla cualquier polla que yo desee follar donde tú jamás podrás hacerlo, cornudo.
- Soy feliz siendo tu cornudo sumiso impotente y todavía me gustaría serlo más.
- Me alegro de que lo aceptes. Pero te voy a dar una alegría.

Y me  has enviado una foto en la que se te ve abrazada a un chico
- Ese es mi ultimo macho -me has aclarado
- Lo veré mañana a primera hora. Viajaré con él todo el fin de semana.
- ¿Cuando follaste con él la última vez?
- Hace 15 días.
- Y mañana...¿te lo follarás?
- Desde luego, mañana viajaré con él de lo contrario no tiene caso verlo.

- ¿Me lo contarás?
-  Siempre. Y algún día puede que incluso te deje chuparle la polla a mi macho. Para que te consueles. Como en esta foto que te envío
- Gracias por ese detalle, por ese gesto tuyo tan amable. Ya  he puesto el contador del blog y pone que llevo 15 días sin ser cornudo
y 1 día en castidad.

- Bien. Bueno no, porque ayer lo fuiste de nuevo. Un  antiguo amigo ha venido por mi a mi trabajo fuimos a beber algo y de ahí a su casa donde hemos follado. Hoy lo repetiremos de nuevo. Después iremos a mi casa por mi equipaje y me llevará a la terminal de autobuses
-  ¿Para irte con el otro?
-  Así es
-  ¿Me lo contarás todo? 
-   Lo haré, cornudo.  Te voy a humillar hasta extremos que jamás soñaste, cornudo impotente. Porque incluso en nuestra noche de bodas no podrás ni tocarte el pito ridículo que tienes. Follaré con otro u con otros, pero tú sólo podrás mirar arrodillado en una esquina. Como en esta otra foto que te envío. O quizás te deje acercarte y acariciar tu pitoclítoris mientras ven como me follan, como chupo pollas, como disfrutan de un cuerpo que tú jamás podrás rozar.
-   Lo sé, mi vida. Pero  folla por placer, por favor. No lo hagas por mi, por hacerme feliz al humillarme y hacerme cornudo. quiero decir que quiero que sean unos buenos cuernos, deseados que no lo hagas por complacerme a mi sino por tu placer
- Jajaja. Nunca trataría de complacerte, es evidente que lo hago por mí y sólo por mí. Por mi exclusivo placer.
- Gracias. Espero que disfruites y me hagas muy cornudo y que me lo cuentes.

- Siiiiiiiii.
- Goza, disfruta, córrete, folla libremente.
-  No espero menos que eso, créeme.
- ¿Vas a pensar en mi mientras me haces cornudo?
- Siiiiiiii
- Gracias, amor mío.
- Y ahora te dejo que voy a preparar el viaje, cornudo impotente. Besos.
-  Gracias, mi vida,  por hacerme tan feliz, por hacerme tan cornudo y por querer que sea impotente total.


viernes, 4 de enero de 2013

Mi mujer emputecida y preñada



Hemos salido a cenar y a tomar una copa y sobre las dos y media nos hemos encontrado con un compañero de trabajo de mi mujer, sobre las cuatro de la mañana ya estábamos un poco emborrachados los tres. El compañero de mi mujer se ha ofrecido a llevarnos a casa y con mucha cuidado ha abierto la puerta del coche a mi mujer y sin cortarse un pelo la ha tocado el culo descaradamente. Ella le ha sonreído y disculpando el atrevimiento, le ha comentado “ José que no estamos en la oficina joder”.

Yo me he sentado en el asiento delantero como si no me hubiera dado cuenta de nada y José ha arrancado el coche en dirección a mi casa preguntando a qué distancia estábamos. Le he contestado que a una hora más o menos y él, sin dejar de mirar por el retrovisor, ha contestado con un OK. S

e me han pasado un montón de cosas por la cabeza y he entendido rápidamente que no es la primera vez que la toca el culo a la zorra de mi mujer. Me ha llamado la atención que José no parara de mirar por el retrovisor y he girado un poco la cabeza hacia atrás. Enseguida he detectado como mi mujer cerraba las piernas y me ha venido rápidamente el olor característico de cuando esta mojada y cachonda.

 Así que con la escusa de tener una pestaña en el ojo, he bajado el parasol y he empezado a gozar de lo que estaba sucediendo. Mi mujer esta cachonda perdida y se está masturbando para este cabrón; o quizá sea yo el cabrón ya que no he sabido parar lo que está sucediendo. Me fijo en José y observo que lleva un empalme de muy señor mío. Él me mira a los ojos como pidiéndome aprobación y luego me pide que conduzca yo, que no se encuentra muy bien, para el coche y mi mujer sin dar tiempo a decisiones le dice que se ponga atrás no se vaya a marear. Nos cambiamos y reanudo la marcha, no echo más que arrancar el coche y ya le está bajando la cremallera, ahora el que mira por el retrovisor soy yo.


Tremenda polla tiene José, dios mío, es el doble que la mía y tiene unos huevos que parece que le van a reventar. Mi mujer ya esta manos a la obra, esta a lo largo del asiento de atrás comiéndose una polla que seguro ya se ha comido más veces y José ya le ha levantado el vestido dejándola con las braguitas al aire. Ella le está pajeando suavemente y mientras mete su capullo en la boca, con la otra mano masajea los inmensos cojones que están a punto de estallar. Yo intento concentrarme en no salirme de la carretera pero no puedo dejar de mirar y José se corre en la cara de ella mientras grita” conduce CABRÓN y no nos mates”.

Sin perder un segundo mi mujer se sube encima de él y lo empieza a cabalgar diciéndome, “esto todavía no ha terminado, más bien acaba de empezar”. La follada es de escándalo y los comentarios del polvo me hacen correrme casi sin tocarme porque mis oídos se deleitan escuchándolos jadear.
 - Qué ganas tenia de follarte delante del cornudo.
- Más ganas tenía yo zorrón.
 - Sabe que estas preñada, ¿no?.
 - No, pero se acaba de enterar.
- Fóllame así ladrón que voy a ser tu puta.
 - Ya lo eres zorrón.

El clímax llega cuando estamos a dos kilómetros de casa y me encuentro con un control de alcoholemia de la policía. Les aviso de la urgencia y se acomodan lo más deprisa que pueden. Los guardias me piden la documentación y me hacen la prueba del alcohol sancionándome severamente y avisándome al mismo tiempo de que no debo jugar con la vida de mis ocupantes. Por fin llegamos a casa y José me da las gracias por todo y un cachete en la cabeza recordándome que no hay que beber cuando se va a conducir. Mi mujer se despide él y José la entrega la braguitas que se había dejado en el coche.  Y ella le dice que se las puede quedar.
- Gracias, putón, con estas ya tengo por lo menos doce.

Y ella dándole un profundo beso le susurra y las que te quedan SEMENTAL.
 - Esto es lo que querías verdad- me dice ya dentro de casa.
- Bueno si, pero lo del embarazo no entraba en mis planes mi amor.
- Pues hazte a la idea porque lo pienso tener.

jueves, 3 de enero de 2013

Cornudo con condón


No sé cómo hemos llegado hasta aquí. Bueno, sí lo sé. Todo empezó con aquello de ser sinceros y contarnos nuestras fantasías. Yo te había dicho que tenía la de verte con otro, la de que follaras con otro y aunque tú en un primer momento pusiste reparos: “no soy una puta, cariño”, poco a poco fuiste animándote. 

Es decir, fuiste animándome porque una vez que conociste mi fantasías, no dejabas de comentarme cosas de otros hombres mientras hacíamos el amor;  que habías visto  a un chico que estaba muy bueno. O que otro del trabajo te había mojado la braga. O que te gustaría follarte a tu jefe. Y seguías así porque veías que se me ponía muy dura la polla y que ue me gustaba y excitaba mucho todo aquello.

Así que lo hicimos. Fuimos a un club swinger y con la excusa de un intercambio,  follaste con otro. Y digo follaste porque me dijiste que no permitirías que yo follara con otra porque eras muy celosa y esa no era tu fantasía. Que tú no querías verme con otra. “Eres mío, sólo mio”, me dijiste. Aquello me llenó de orgullo. Y luego   me excitó ver como en el club follabas con otro: un chico muy joven que conocimos. Os gustasteis y tras ir al club varias fines de semana, decidiste que viniera a casa regularmente. Es más discreto, me dijiste.

Y se convirtió en tu amante fijo. Después ha habido otros, esporádicos, sin ningún tipo de relación especial. Hasta que conociste a un chico joven, médico,  muy guapo e inteligente, según me dijiste, porque tú eres enfermera y has tratado a muchos. Pero aquel tenía algo especial. Yo supe que tenía algo cuando lo invitaste a cenar y estabas muy nerviosa mientras esperabas a que llegara. Y tras la cena y mientras yo preparaba las copas, lo sedujiste de forma descarada y te lo follaste sobre el sofá. Eso vi cuando salí  con la bandeja, aunque me extrañó que a él no le importara que yo estuviera presente, que os hubiera pillado.  



Se conoce –eso me imagine- que ya te lo habías follado en su despacho de la clínica. Porque entre vosotros había algo más que sexo. Se notaba en la forma de meterte mano bajo la falda, cómo te acariciaba el clítoris. Parecía que ya lo conocía, que sabía lo que te gustaba y cómo reaccionaría a tus caricias. Luego supe que follabas con él desde antes de que yo te confesara mis fantasías, pero eso ya no tiene importancia.

También lo noté cuando te lo llevaste a nuestra cama y comenzaste a follártelo, moviendo el culo a su ritmo, como sabiendo lo que su polla necesitaba. Me dio la impresión que conocías su polla más que la mía y no me extrañó, porque desde aquella primera noche en el club swinger no me dejaste follar contigo. La verdad es que aunque quisiera tampoco podría porque desde aquel día, desde que te vi follando con un joven y  su enorme pollón, no volví a ponerme duro, excepto cuando te veía follar con otro.

También noté que había algo especial entre vosotros cuando me sugeriste que te gustaría que lo mimara, que no fuera brusco con él y que le demostrara lo agradecido que le estaba por darle tanto placer a mi esposa. 
- ¿Cómo?
-Me gustaría que te arrodillaras y le chuparas la polla. 

Y lo hice. Se la chupé y desde entonces siempre que venía  a casa me hacías arrodillarme ante él para chupársela y pedirle que te follara. Fue por aquel entonces cuando me confirmaste que, en efecto, ya follabas con él antes de que yo te confesara mis fantasías y que lo de la “confesión” lo habías hecho porque querías formalizar tu relación con él, del que estabas encoñada. No dijiste enamorada, sino encoñada.


-
Si tengo que elegir entre su polla y la tuya, me quedo con la suya – me dijiste.

Y acepté. Te amaba y te amo. Te he amado siempre, desde casi el instituto y no quería perderte. Así que acepté y desde entonces él es el cabeza de familia, el macho de la casa y yo vuestra criada sumisa. No sé cómo he llegado hasta aquí, pero todo ha sido muy rápido. Ahora me toca dar otro paso en mi amor hacia ti porque has decidido tener un hijo.
- ¿Sí? –te pregunté emocionado.
-  Sí, pero con él. No te enfades, pero él es guapo, un triunfador, inteligente, elegante y culto. Es la ley natural de la vida. Se trata de elegir el mejor semen, el más capaz. Y deseo ardientemente que me preñe. Mis entrañas lo piden y se lo he suplicado de rodillas. Quiero quedarme preñada de él. Espero que lo aceptes.

Y lo acepté. Lo he aceptado todo hasta el punto de que ahora mismo acabas de dejar el aparato que mide tu fertilidad y estás abriéndote de piernas para recibir su polla.
- Estoy en el punto más fértil de mi ciclo –le has dicho a tu amante, a tu macho.
- Entonces vamos a preñarte, encanto
- Espera, todavía no me la metas. Quiero que me la meta él, mi querido esposo y marido cornudo. El futuro padre de mi hijo.

Y me he levantado del sillón en el que me suelo sentar para verte follar, he cogido su polla, la he llevado a tu coño y he empujado su culo para que entre.
- No te quedes parado. Quiero que empujes su culo -me has dicho.

Y lo he empujado hasta que se ha corrido dentro de ti y tú has cerrado los muslos y te has puesto con las piernas hacia arriba porque dices que así el semen de él bajará más rápido y habrá más posibilidades de quedarte preñada. Supongo que será así, porque tú eres enfermera y sabes de eso más que yo.

Aunque al rato de estar así, con las piernas en alto, las has bajado y me has dicho que ahora me toca a mi.

- 
¿A mi?
-  Si a ti. Ponte el condón que por fin vas a follarme

Y he querido ponérmelo, pero no se me ponía dura y no podía, así que tú me has sonreído, y me has dicho que si se me ponía dura y me podía poner el condón, podría follarte y empujar el semen más hacia dentro aún. El semen de tu macho hacia tu ovario por lo que sería más cornudo aún. Y sólo oír esto se me ha puesto dura, muy dura. Como jamás se me había puesto.
- Lo sabía cornudo. Sabía que así no fallabas. Eres más cornudo de lo que jamás pude imaginar.
- Sí –te he contestado balbuceando.
- Y piensa que ahora vas a criar el hijo de otro, de otro macho que lo es, no lo dudes, porque tiene hijos con varias amantes y yo sólo soy una más.

Y se me ha puesto más dura aún al oírte y te he follado más fuerte, por lo que  he metido el semen de tu macho hacia dentro, hacia tu útero, aumentando así las posibilidades de que te quedes preñada. De él, claro. Porque el condón impide que ningún espermatozoide mio entre. Y me he corrido dando alaridos por la humillación, el placer, la sensación de impotencia, no sé…Sólo sé que soy cornudo y que me excita que me humilles. Debo estar enfermo.

Pero tú has llamado de nuevo a tu macho, que ya la tenía dura al verme, y te ha vuelto a follar, mientras yo miro cómo suspiras, jadeas y lo abrazas con las piernas para atraerlo más a ti. Yo tengo en la mano otro condón que me has dado para  que lo use cuando él se corra de nuevo. Y en mi regazo tengo otros tres que me has dado.
- No te quejes. Esta noche vas a follar mucho -me has dicho con sorna mientras me los dabas y me dabas dos besos en la frente.

miércoles, 2 de enero de 2013

Feliz año nuevo Cornudo

 

Anoche, después de celebrar con él la Nochevieja en nuestra habitación mientras yo oía como te metía la polla con cada campanada, la sacaba y la volvía meter con la siguiente, nos fuimos a la discoteca a celebrar el nuevo año, como todos. Pero tú estabas especialmente excitada. Y eso que no bebes mucho. No hace falta.

Y cuando te veía bailar con él de esa forma tan sensual, tan provocativa, tuve una pequeña erección en mi pollita (como tú la llamas). Es que estabas muy sexy, y además se veía el símbolo cuckold (cornudo) en tu pecho: ese tatuaje que yo te pagué para que cuando te guste un macho sólo tengas que agacharte y mostrárselo. Para facilitarte la labor de hacerme cornudo.

Y es muy útil porque mientras bailabas todos los tíos te miraban. Por tu forma de moverte y porque te veían el símbolo, la marca que me hace cornudo en público y le advierte a todos que eres una mujer libre para follar porque estás cadada con un marido cornudo.