viernes, 29 de abril de 2016

Mi esposa quiere ser la puta de otro (2)

Seguimos las historia..........



Después de darle vueltas al asunto y de masturbarme como un mono a espaldas de mi esposa, aproveché una de nuestras sesiones de sexo para proponérselo. Nos desnudamos en la cama y, mientras me fumaba un cigarro y le acariciaba las nalgotas, le expuse mi plan. Ella, al principio, lo tomó como parte de nuestra fantasía y como un ingrediente más para que esa noche tuviéramos relaciones sexuales con otra posibilidad, pero yo la detuve y le aseguré que hablaba en serio. La muy puta no pudo ocultar la cara de felicidad que le producía mi sugerencia, acompañándola con una pregunta: “¿Estás hablando en serio?”.

Yo le aseguré que sí, sin mencionar que estoy consciente de que no la satisfago y que para ella soy un poco hombre, pues aunque ambos sabemos que no soy suficiente para ella sexualmente, quizá por vergüenza nunca lo hemos hablado fuera de nuestra fantasía sexual, por lo que nunca lo hemos aceptado como una realidad, aunque ambos lo sabemos y estamos conscientes de ello.

Le dije que sería excitante que tuviera un amante de planta, con quien fuera a culear cuando se le diera la gana y que, además, fuera como un novio para ella. Le aseguré que a mí me encantaba la idea, que no iba a haber consecuencias en nuestra relación y que hasta estoy dispuesto a servirles de criado a ambos, aceptando todas las humillaciones que quieran hacerme y acatando todas las órdenes que quieran darme.


La humedad excesiva en su vagina delató lo caliente que le ponía esta situación y, descaradamente, comenzó a masturbarse mientras lo hablábamos. Era un poco abstracto estar platicando de algo con seriedad, sopesando los pros y los contras de la situación, mientras ella se dedeaba a gusto; fue tal mi sorpresa que ella se percató y me dijo: “Discúlpame, amor, pero no puedo parar de tocarme imaginándolo”.

Esto me aclaró que, definitivamente, a la muy perra también le entusiasmaba la idea. Tanto que agregó un ingrediente más a la nueva situación, confesándome que, más que su amante, le gustaría ser la “puta” de alguien, así, con todas sus letras, proponiéndome seguir siendo mi amada esposa y la puta de quien será su amante de planta. Yo, desde luego, estuve de acuerdo y no aguanté más, lanzándome a lamer su panocha, que estaba tan mojada que parecía que se había orinado, lo cual me calentó más, por lo humillante que era que mi esposa se calentara tanto porque otro la haría su puta de planta.


Como ya es costumbre, la adúltera de mi mujer se vino en mi boca gritándome lo cornudo y lo pendejo que soy, y yo sólo aguante dos o tres mete-saca para llenarle la pepa de mecos. Después de una frustración más para ella nos preguntamos, ya sin la excitación del sexo, quién podría ser el que hiciera de mi mujer su puta. Barajamos muchas posibilidades, descartándolas casi de inmediato, hasta que llegamos a Henry, un hombre al que mi esposa le tiene mucho cariño.

Henry conoció a Paty, mi mujer, mucho antes que yo. Es un hombre mucho mayor que mi esposa, rondará los 60 años, de cabello blanco y un cuerpo todavía fuerte por el ejercicio. La cerda de mi mujer lo conoció cuando buscaba trabajo; él era propietario de una editorial y le dio el puesto de recepcionista. Paty se dio cuenta a los pocos días de que Henry era todo un Don Juan y se rumoraba que, además de llevar una relación con su secretaria, ya se había cogido a varias de las reporteras y empleadas de la editorial pues, aunque no es un hombre guapo, las mujeres se sienten muy atraídas por él, dada su personalidad y aplomo.


Aunque la que sería mi infiel esposa años después resultaba ideal para los apetitos sexuales de Henry, se dio entre los dos una relación totalmente fraternal, en la que ella lo veía más como un padre que como un candidato a darle las nalgas.

Por tal motivo, Henry la trató siempre como una hija, llegando a tomarle gran cariño y ayudándole en su superación; dicha ayuda llegó a tanto que Henry le concedió una beca para que estudiara periodismo y, poco después, Paty se incorporaría como reportera al equipo de redacción. Todo esto sin que nunca hubiera entre ellos el más mínimo acercamiento sexual o siquiera romántico.

jueves, 28 de abril de 2016

Agradecimiento

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Sonia

Marido de Tabasco México filma a su mujer con otro hombre

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Marido de Tabasco México filma a su mujer con otro hombre

miércoles, 27 de abril de 2016

Mi esposa quiere ser la puta de otro (1)



Somos una pareja liberal en la Ciudad de México. Mi nombre es Eugenio; tengo 42 años y estoy casado con Paty, una mujer que socialmente aparenta ser muy recatada, pero que en la intimidad es una verdadera puta.

Ella es muy bonita, de ojos grandes y negros, blanca y delgada, pero su mejor atributo es, sin duda, su enorme culo. Sus medidas son 88 centímetros de tetas, 62 de cintura y sus nalgotas alcanzan un metro de circunferencia. Hemos tenido experiencias con algunos hombres que se la han cogido delante de mí, gozándola en todas las posiciones y haciéndole de todo.

Quienes se la han culeado, al principio perciben a una mujer elegante, educada y algo tímida, pero cuando la tienen en la cama se dan cuenta de que es toda una perra que no se niega a casi nada.

Sus amantes se la han metido por la panocha, por la boca y por el culo, la han besado delante de mí en la boca y en lugares públicos, le han mamado todo el cuerpo y le han vaciado los mecos en todos lados, excepto dentro de la pucha o del ojete, pues cuidamos mucho nuestra salud y siempre la culean con condón. Sin embargo, una de las cosas que más le calientan es comerse la leche, por lo que casi siempre sus amantes acaban en su boca, sorprendidos al ver que mi puta esposa se traga hasta la última gota de sus mecos.

La verdad es que, al ser tan piruja, debería tener en su cuenta decenas de vergas que la hubieran hecho gozar pero, como comentaba, cuidamos mucho nuestra salud y somos muy selectivos al elegir a mis corneadores, por lo que Paty les ha dado las nalgas a siete u ocho hombres solamente, siempre delante de mí y, eso sí, gozando como una perra (eso es y le gusta que se lo digan).
Algunos los hemos contactado por Internet y otros los hemos conocido en viajes o en bares, pero siempre asegurándonos que no corremos ningún peligro. La mayoría de ellos sólo se la han cogido una vez, pues esto lo veíamos sólo como algo ocasional y furtivo, en tanto que sólo un par de ellos, le han metido la verga en tres o cuatro ocasiones.

Durante nuestras sesiones de sexo con otros hombres, yo he participado en algunas ocasiones dándole placer entre los dos, y en otras (las menos) observando solamente cómo se la tiran. Sin embargo, algo que nos calienta a tope es mi calidad de cornudo sumiso, comportándome como un esposo complaciente que no sólo permite que se cojan a su mujer en sus narices, sino que está dispuesto a “colaborar” para que la gocen.
De este modo, sólo con dos de mis corneadores he hecho el papel de cornudo sumiso, aceptando las órdenes que quieran darme, asumiendo que son superiores a mí y sirviéndoles como un criado mientras me ponen los cuernos. Esta situación es la que más nos excita y la disfrutamos mucho cuando la hemos puesto en práctica. 

Durante esas sesiones de sexo, no sólo sus amantes sino también mi nalgona esposa me humilla delante de ellos, burlándose de mí a carcajadas al ver que estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para complacerlos.

Yo acepto sus burlas con agradecimiento y acato todas las órdenes que me dan, sin rechistar cuando me insultan y me sobajan. Sé que en esos momentos el importante es su amante y que yo paso a segundo término y, aunque es sólo una fantasía, la he visto gozar mucho más con otros que conmigo.

Siempre que cogemos a solas, ella y yo nada más, nos calienta recordar a los hombres que la han fornicado. Yo le pido que me diga lo que más le ha gustado de su entrega a otros machos y la muy depravada se excita tanto que me lo cuenta mientras se masturba, humillándome, desde luego, contándome los detalles y echándome en cara que cualquiera de ellos se la ha cogido mejor que yo, que cualquiera de ellos tiene mejor, más grande y sabrosa la verga, y que son mejores amantes.

Me dice maricón, poco hombre, puto y, casi siempre, mientras me habla de otros cuando cogemos, yo le lamo la pucha, en tanto que la puta de mi mujer invariablemente me dice que quisiera que fuera otro quien le estuviera lengüeteando la raja. A veces, cuando me dice esto, yo le pido perdón por ser yo quien le hace sexo oral y no otro, a lo que ella responde con una sonora carcajada y definiéndome con una frase que acepto como mi condición sexual: “Eres un pendejo”.


Con el tiempo, he llegado a aceptar que no soy suficientemente hombre para satisfacer a la golfa de mi mujer y que, sí, soy un pendejo en la cama. Cuando estamos excitados, ella me lo dice, llamándome “poco hombre” y restregándome que soy muy mal amante, que no la satisfago y que añora que sea otro quien se la clave y no un poco hombre como yo.

 Sin embargo, cuando no estamos teniendo sexo, en nuestra vida normal pues, jamás ha hecho referencia a lo insatisfecha que sé que se siente. Es prudente mencionar que nos amamos profundamente, que me ha dicho mil veces que soy el hombre de su vida y que nos unen sentimientos poderosos; por ello, precisamente, nunca se ha atrevido a decirme, sin el sexo de por medio, que ella necesita más. Sé que, dejando de lado el sexo, formamos una pareja perfecta y a ambos no nos hace falta nada y, creo que por eso, ella acepta resignada lo pendejo que soy a la hora de coger.

No es que tenga el pene pequeño, más bien lo tengo normal, ni tampoco soy impotente, pero ella me excita tanto (tiene un cuerpo maravilloso) y me calienta de tal manera con nuestra fantasía, que eyaculo muy rápidamente.

En ocasiones me he venido sin siquiera tocarme y con tan sólo escucharla hablar de cómo me ha puesto los cuernos; es algo que no puedo controlar y, por eso, procuro provocar un orgasmo en ella lamiéndole el coño mientras se masturba.

 Trato de controlarme, para no venirme antes, y ella se dedea con mi lengua en la pucha, hablándome de otros, sobajándome y deseando otras lenguas en su vagina, hasta que llega al clímax. Es entonces cuando se la meto, pero sólo puedo aguantar unos segundos antes de eyacular dentro de ella.

Al terminar, ella es muy cariñosa y hasta me dice que fue maravilloso, pero noto en su cara lo que es obvio no sólo para una puta caliente como mi esposa, sino para cualquier mujer: la decepción que provoca la insatisfacción. Y es que ninguna mujer puede sentirse satisfecha con un “rendimiento” como el mío.

 Generalmente, los otros que se la han cogido delante de mí aguantan mucho tiempo antes de venirse, provocándole varios orgasmos y una cara de satisfacción que yo nunca le he podido arrancar. A pesar de que soy un cornudo sumiso, pendejo y me dice hasta maricón, esto es solamente una fantasía, pero tengo que reconocer que en la realidad no soy suficientemente hombre para la putona de mi esposa.



Mi falta de hombría, que reconozco en la fantasía y en la realidad, hizo que desde hace un par de meses me pusiera a pensar en que lo más justo es que mi esposa tuviera un amante. Pero no como los machos que ocasionalmente se la han cogido, sino un amante de planta que le dé el placer que yo no puedo darle.


Un hombre que sea una especie de novio de mi mujer y, a la vez, un amante diestro, potente y que la satisfaga en sus deseos sexuales, alguien que mantenga una relación seria con mi esposa y la tenga, como se dice vulgarmente, “bien cogida”.

Algunos podrán pensar que estoy loco, pero nuestra vida sexual nos ha hecho lo suficientemente abiertos como para aceptar y gozar una situación así, en la que otro hombre sería el dueño de los favores sexuales de mi esposa, dejándome a mí como un agradecido plato de segunda mesa.

Un macho que tuviera “derecho de piso” sobre mi esposa y que fuera, incluso, más importante que yo (su marido) en las lides sexuales; alguien por quien me esposa se emocione cuando le llame para verse y que deje todo para ir a darle las nalgas. Un hombre que la deje con una cara de felicidad después de darle verga.



¿Cuál sería mi papel en esa relación? Obviamente, el de un marido cornudo que acepta no poder darle a su mujer la satisfacción que necesita y que está de acuerdo en que otro se la coja una o dos veces por semana para tenerla contenta. Estoy dispuesto y aceptaría llevarla y recogerla en los hoteles donde fuera a darle las nalgas a su amante e, incluso, fungir como criado y sirviente de ambos cuando me requieran para divertirse un poco.

Que mi esposa tenga un amante produce en mí una mezcla de amor (por darle algo que conmigo no tiene), justicia (por la misma razón) y lujuria (pues me excita de sobremanera la posibilidad). Estas tres poderosas razones han provocado que me masturbe pensándolo, sintiendo una satisfacción infinita al imaginarme diversas situaciones.

 Me excita pasar a recogerla al hotel y que ella, desnuda, me abra la puerta de la habitación, pidiéndome que la espere sentado en una silla mientras termina de coger con su amante. También me calienta que me llame por teléfono para decirme que llegará tarde porque su amante se la quiere coger o que juntos se van de fin de semana a alguna playa.

Como lo comenté anteriormente, desde que estamos casados ella nunca le ha dado las nalgas a otro en mi ausencia, siempre he estado presente cuando la culean. No obstante, un corneador de planta necesariamente vendría a cambiar las cosas y sé que muchas veces yo sería un estorbo para que ellos gocen. Por ello, estoy dispuesto a aceptar humildemente que mi degenerada esposa y su amante decidan cuándo “invitarme” a sus sesiones de placer y a esperar resignado cuando quieran estar a solas.

martes, 26 de abril de 2016

Soy muy puta, muy perra, muy zorra



Sí, cariño. Lo sabes. Soy una puta, una perra y una zorra. Y a tiempo completo. No puedo evitarlo. Lo sabes. Te lo dije cuando nos presentaron y  luego mientas bailamos pegados en aquella fiesta y te mordía en la oreja. Me dijiste que no lo creías y entonces te cogí de la mano y te subí a la habitación del hotel donde te follé bien follado en todas las posturas imaginables. Y algunas inimaginables.

Gozaste y no hiciste caso a lo que te decía al oído mientras follábamos; que era un puta y una zorra. Que soy una perra salida que no puede evitar mojarse en cuanto ve a un macho, en cuanto tengo una polla delante. Aunque esté guardada en el pantalón. No lo puedo evitar. Soy así, muy perra, muy zorra y muy puta. Mucho. Pero tú no lo creías pese a que no dejaba de repetírtelo. Te hacías el sordo. Y te lo volví a repetir insistentemente cuando me pediste que me casara contigo. Pero no hiciste caso.

Ahora ya lo sabes y creo que por fin te has convencido cuando has subido del salón donde nos hemos casado y has entrado en nuestro cuarto. Me has visto chupándole la polla a unos de los machos que había en la habitación. Pero no has dicho nada. Así que me he echado sobre la cama para ofrecer mi culo a los azotes del primer voluntario que se ofreciera.

No has sido tú, que te has quedado quieto mirando. Han sido los otros tres macho que me había subido a nuestra habitación. Y lo han hecho. Me han azotado el culo delante de ti, sin que tú hayas dicho nada.

Y tampoco has dicho nada cuando me he lanzado a comerme sus pollas delante de ti, cariño, que has permanecido quieto junto a la cama, mirando. Aunque cuando te he mirado he visto que te has sacado la polla y has comenzando a masturbarte. Y entonces sí. Lo he comprendido. He comprendido porque nunca me has hecho caso cuando te he avisado de que soy una puta y una zorra. Creo que te gusta que lo sea. Por eso te has casado conmigo. Por eso no dices nada al verme follada por tres macho, en nuestra noche de bodas.

Soy muy puta, cariño; muy zorra, y muy perra, pero ahora sé  que te voy a hacer muy feliz; que vamos a ser muy felices.  De por vida y hasta que la muerte nos separe.














jueves, 21 de abril de 2016

¿Por qué eres cornudo?



Mira y compruébalo tú mismo. Por esto eres cornudo, porque él es un macho de verdad y tú un sumiso con pollita que sólo goza al verme follar con otros. Te has convertido en un impotente, en un eunuco y yo necesito que me den caña, que me follen bien follada, que me dejen el coño escocido, que no le den tregua a mi coño.



Necesito un hombre, un macho que me folle como ves. Así que sigue ahí arrodillado con el cinturón de castidad puesto y mira bien. Mira a ver si comprendes de una vez por qué eres cornudo desde novios. Y por qué nunca te dejé que me follaras y me case contigo. Porque sabía que eras un sumiso impotente y contigo podría follar con quien quisiera. Y con tu consentimiento. Porque eres un cornudo consentido. Y lo mejor es que te gusta serlo más que a mi follar. Aunque no tanto como me gusta hacerte cornudo.

miércoles, 20 de abril de 2016

Amigos se cogen a su esposa y el los graba 1 de 2

VIDEO PÌNCHAR EN:

Amigos se cogen a su esposa y el los graba 1 de 2

Fuente Xvideos.com

Guía del Cornudo y la Corneadora

¿Qué es un cuckold?

 La palabra "cuckold" (palabra inglesa equivalente a "cornudo" en nuestro idioma) probablemente proviene de la práctica del pájaro cuco. La hembra cuco se aparea con un macho alfa, quien luego pasa a tener encuentros con otras hembras. La hembra regresa con su pareja, y los dos crian a los bebés que resultaron de la "noche de copas" de la mamá cuco.

Tradicionalmente, el cornudo (humano) ha sido objeto de burla y escarnio; cuando se descubre que la esposa de un hombre ha encontrado la satisfacción en la cama de otro hombre, ella es considerada adúltera y él un cornudo. A menudo se dice que él "
queda con la cola entre las piernasde otro hombre".El diccionario define a un cornudo como "un hombre con una esposa infiel".


En el contexto de los estilos de vida alternativos, el cornudo ocupa una posición intermedia entre la definición tradicional del término "cornudo" y la de "swinger". La diferencia con la primera definición es que el cornudo de hoy es a la vez consciente de la "infidelidad" de su esposa y se excita sexualmente por ella, la diferencia con la segunda definición es que los "swingers" están mutuamente implicados, por lo menos en el enfoque de sexo como iguales, que no es el caso de un cornudo.


En el inglés llano, un cuckold es un hombre que se atiene y acepta la infidelidad de su esposa, siendo excitado sexualmente por lo que ella haga. Él puede tener relaciones sexuales normales con su esposa parte del tiempo, o puede aceptar que su esposa ha elegido otro hombre para que lo sustituya por completo en la vida sexual.


lunes, 18 de abril de 2016

SIMBOLO DEL CORNUDO CABRON

CORNUDOS Y SU IDENTIFICACION


No se sabe cómo, pero parece que hay consenso en que en el mundo cuckold la letra Q y el símbolo  (que representan la carta de la baraja francesa "Reina de picas") son el símbolo del cornudo, de una mujer que está casada con un marido cornudo. Es el indicativo, porque su significado es que la mujer que lo luce es una chica liberal que hace cornudo a su marido. Que el hombre que la acompaña, su querido esposo, es un cornudo consentido.
Cada vez son más las mujeres que usan la cadena tobillera o que incluso se lo tatúan en la piel para que quede constancia para el resto de su vida. Es un símbolo que luce ella para advertir a los demás machos (que entienden) que es libre para follar aunque esté casada porque el hombrecillo que está al lado es su marido cornudo consentidor. Sólo es el cabrón que la acompaña y que vela por hacerla gozar.

martes, 12 de abril de 2016

Te quiero y por eso te hago cada día más cornudo



Esta noche tengo cita con un exnovio e iremos al teatro. Después ya veremos. Déjame decirte que es un chico que tiene una superpolla. Algo mulato y con una polla descomunal. Con él me lo he pasado de maravilla. Me encantaría que me masturbara en el teatro. Veré que podemos hacer. Comenzaré calentándolo allí porque luego es casi seguro que vamos a su nuevo departamento.

Quiero conocer su nuevo piso follando con él por doquier, por todos los rincones y las esquinas, cornudo, algo que tú JAMÁS podrás hacer y lo sabes. Y por eso te excita. Y cuanto me esté follando gritaré tu nombre y le hablaré de ti, de mi novio cornudo e impotente para que se excite más, se ponga como una bestia en celo y me folle con más fuerza llegando hasta el fondo de mi. Y me dejará el coño abierto y sin duda mi culito tmbn gozará abierto.


Y mientras me folla repetiré tu nombre: "Antonio mi cornudo impotente", mi putita. Te quiero, te quiero y te quiero. Lo sabes. Y por eso te haga cada día más cornudo y cada día te humillo más. Para que goces y para que yo disfrute al verte a ti gozar. Te quiero. Y porque te quiero te hago cornudo para que veas como disfruto humillándote, para que goces conmigo de mis placeres, para que sufras con tu pilila durita mientras follo con un macho de tremenda polla. Para reiterarte que nuestro amor es maravillosamente libre y sin duda más que terrenal.

Por eso te digo, mi cornudo impotente, que esta noche un verdadero macho me hará gozar. No como tú que no sirves ni para eso. Incluso lamer mi coño es mucho para ti. Y a lo mejor, para que sufras más, es probable que no use condón. Él es un chico muy cuidadoso, pero no lo sé. Aunque me gustaría sentir su enorme polla en mis coño sin que haya nada en medio. Pero como imagino que tu clítoris se pone durito, te dejaré porque además tengo mil cosas más importantes que hacer.
Besos, cornudo impotente.