miércoles, 27 de febrero de 2013

Para que sepas, cornudo, cómo te hago feliz





“Cornudo te envío foto de lo que estamos haciendo ahora mismo en la habitación del hotel”. Estoy follando de nuevo con un chico que he conocido al salir del trabajo. Ye estoy haciendo cornudo, de nuevo, Siento que no lo puedas ver, pero te mando una foto”. Eso me has dicho en el mensaje que me has enviado junto a la foto.

Y cuando has llegado a casa me has preguntado si quiere saborearte, si quiero lamerte, oler el placer que te ha provocado tu macho. Y te he dicho vehementemente que sí, así que me has echado desnudo sobre el suelo, te has sentado sobre mi cara y me la has mojado.

Todavía no sé si eran los jugos de tu placer o tu orina. Pero me ha dado igual. Me he relamido, cariño, porque todo lo tuyo es para mi sagrado. Te amo. Lo sabes.
- Y ahora prepárate que voy a hacerte otra vez cornudo.

Cuando dices eso sé que tengo que vestirme de doncella francesa para atender a tus visitas. A tus machos o a tus amigas. No sabía quién vendría pero me daba igual. La humillación de presentarme así, de puta doncella sumisa y cornuda, con mi pito apareciendo pequeño bajo la faldita me ponía a mil. Era una amiga.

Lo he sabido al abrir la puerta y llevarla al salón donde me has humillado delante de ella, señalando mi pito impotente y pequeño.
 - El cornudo sigue igual de impotente como veis. No me ha follado nunca y jamás lo hará. Lo sabe y lo acepta. Sabe que se va a morir sin follarme jamás y que va a ser el mayor cornudo de la historia, pero es feliz. ¿Verdad, cornudo?
- Sí, amor mío. Lo soy.
- Pues entonces vamos a celebrarlo.


Y me has cogido de la mano, me has llevado al cuarto de los castigos, me has desnudado y has invitado a tu amiga a que pasara a verme. Y al entrar se ha reído y te ha felicitado. Te ha dicho que tiene envidia de ti por tener un marido tan cornudo e impotente. Y yo me he sentido orgulloso, aunque cuando has comenzado a azotarme delante de ellas para demostrarles el poder absoluto que tienes sobre mí, he sentido dolor, pero un intenso y profundo placer.

El placer de la humillación, de la entrega por amor. Del amor total y sin límites que te profeso que me lleva a suplicarte que seas aún más dura conmigo porque como te pongas blandita dejaré de quererte.
- Me vas a amar toda la vida porque voy a ser inmensamente cruel contigo, porque sé que es la única forma que tienes de gozar. Y te voy a humillar hasta límites insospechados porque sé que así gozas y eres feliz. Y yo quiero que seas feliz, muy feliz.

- Gracias, amor mío –te he dicho. Gracias por hacerme cada día más cornudo e impotente.Y más feliz.
Quizás también le interese:

Doble cornudo


 

A él ya lo conoces, cornudo. Es mi jefe. El otro es el jefe de mi jefe que como ves también me lo ha traído a casa. A los dos, sí. Así serás cornudo a pares, doble cornudo al mismo tiempo y en el mismo sitio. Es que mi jefe me dijo que quería ascender y que necesitaba mi ayuda. Tenía que ofrecerme como una puta a su jefe para tenerlo contento.

Y accedí sin pensarlo ni un segundo porque me encanta follar con dos, son más jóvenes que tú, tienen mejores pollas y además te hago cornudo doble al mismo tiempo.

Pero deja de acariciarte tu pollita porque el cinturón de castidad te impide llegar al orgasmo. Lo sabes. Ponte las braguitas, el delantal de doncella francesa y sírvenos las copas. Y luego quédate ahí de rodillas para ver como me follan y por si necesito que me lamas y excites para que ellos me follen mejor. Como siempre. Ya lo sabes

miércoles, 20 de febrero de 2013

Eres mala y cruel, pero cuanto más lo eres más te amo


Eres mala. No sólo que te traes el condón a casa lleno de leche después de follar con tu amante, y de hacerme cornudo, sino que te echas la leche en las tetas y me invitas a mamar. Y te mamo las tetas, sin dudar. Eres mala. O sea, buena. Muy buena.

Eres mala porque luego me acaricias mi pollita con tus tetas, cuando sabes que estoy enjaulado en el cinturón de castidad y la excitación me produce dolor, pero placer. O cuando me chupas los huevos para excitarme. Lo sabes y lo haces con un refinada crueldad.

Eres mala, pero muy buena. Buenísima. Porque pese a lo mala que eres te amo con locura y te suplico todos los días que me hagas más cornudo, que me humilles más y que no tengas piedad y seas cruel. Y tú me dices que no tienes que esforzarte en ser mala porque sólo puedes gozar haciéndome sufrir pues te excita ver que mi humillación me pone la pollita durita. No dura, porque soy impotente, pero durita.


Eres mala porque me pones al lado de tus amantes, de los machos que te follas y me haces fotos para comparar que sólo tengo una pollita que no te sirve. "En realidad no le serviría a ninguna mujer, cornudo impotente", sueles decirme. Porque eres mala. Y muy buena. Tanto que te amo con locura y pasión y cuanto más cornudo me haces y más me humillas más te amo. Y lo sabes.


Eres mala porque cuando te traes a tu macho a casa me vistes de putita, de niña ridícula para humillarme ante tu macho. Y me haces mirar como me haces cornudo en nuestra cama de matrimonio, mientras yo permanezco mirando con esa ropita de putita y el cinturón de castidad. No el CB-6000 que es ligero, sino uno pesado que compraste en Ámsterdam cuando fuiste allí de viaje con uno de tus machos. Eres mala, pero me vuelve loco que lo seas.


Eres mala porque cuando vas al hotel o a casa de tu macho, le haces una foto con el móvil antes de follarlo y me hablas de su polla, del pollón que tiene, de cómo te está esperando en la cama y de cómo te los vas a follar. Cómo te vas a comer a polla, como la dorarás y como te va a follar el coño una y otra vez. “Esto es una polla, cornudo impotente, porque tú tienes un pito que es clítoris, en vez de polla”. Eres mala, pero cuanto más dura eres, más cruel te pones y más me humillas más te amo.



Eres mala, muy mala, pero te amo cada día más y cuanto más cornudo me haces y más cruel eres al humillarme, más te quiero. Creo que como sigas así voy a morir de amor.
Quizás también le interese:

miércoles, 13 de febrero de 2013

La educación del cornudo



1º- Me preparas. te sientas sobre mi cara y te restriegas sobre ella para calentarte, para excitarte. Tú lo llamas el "calentamiento", como el que hacen los futbolistas -me explicas-,  antes de salir a jugar el partido. El `partido' será en nuestra cama matrimonial pero el que jugará la pelota será otro, él, es decir, el hombre que tienes como amante.

"Mi macho", según me sueles aclarar. No soportas que lo llame de otra forma que no sea "tu macho". Porque es mi macho, me aclaras de nuevo, mientras mueves tu culo sobre mi cara y yo me masturbo pero sin llegar al orgasmo, porque me lo tienes prohibido y si me corro me cuesta más de 50 azotes de fusta en mi culo.

 2º.- No permites que me corra.  Antes de que venga tu macho ya me has azotado el culo con la fusta unas 50 veces. Porque sí, porque te place, porque puedes hacerlo y yo te lo consiento. Pero sobre todo porque quieres que él vea mi culo rojo, lleno de trallazos. Dices que así puedes presumir de domadora, de hembra dominante y eso pone muy cachondos a los chulos como tu amante, digo, como tu macho.


3º.- Me dejas muy claro quién es el macho. Cuando él llega nos pones a los dos juntos. Sacas su polla del pantalón y la dejas junto a mi pilila metida en las braguitas. Se trata de humillarme, de que comprenda que allí el único macho es tu amante, él, el que te va a follar, porque yo sólo soy una puta sumisa. Ves -me dices-, él es un hombre de verdad; un macho potente con una descomunal polla para una hembra supercaliente como yo. Lo necesito. Lo sabe él. Lo sé yo. Y lo sabes tú. Sobre todo tú que nunca has podido darme el placer que necesito, el placer de un hombre de verdad. Tú eres demasiado tierno, sumiso y estás loco de amor por mí, Mi macho es un chulo que me folla y punto. Sólo busca su placer. Me usa. Y eso me gusta; me vuelve loca ese comportamiento tan chulesco. Será que soy muy zorra y me van esta clase de tíos canallas.

4º.- Me humillas recreándote en mis cuernos.- Para ello coges su polla y te la pasas una y otra vez por tu coño. La restriegas, la sobas, la pasas una y otra vez para darle a entender que tu coño es suyo, que tu coño pertenece a esa polla y que puede recrearse en él todo el tiempo que quiera. A mi me dices, mientras tanto, que sufra al ver como otra polla se pasea literalmente por el coño de mi esposa. Mira el coño de tu mujer -me dices-, usado y señoreado por otra polla, por otro macho. Haciendo lo que tú hace ya años que no haces porque no te permito que acerques tu pilila a mi coño ni que lo roces. Ni tan siquiera lo rozas, pero él lo disfruta a sus anchas, todo el tiempo que quiera por este coño es suyo. Lo sabe él. Lo sé yo y lo sabes tú, cornudo.


5º.- Me explicas y demuestras qué es ser cornudo.
  Un  cornudo es aquel -me dices-, que permite que a su mujer se la follen de todas las formas posibles, incluida esta deliciosa postura en la que mi macho me folla contra la pared. Así noto plenamente su polla, entra hasta muy dentro, hasta el tope pues la noto en mi útero y me siento llena, plena, completa y follada. Muy follada. Muy bien follada.

6º.- No hay lugar en el que no sea cornudo. Ya te da igual la postura. En el balcón delante de todos o en el sofá. Te da igual. Eres cornudo -me explicas-, en todas las partes. No hay ni un sólo rincón de esta casa en el que no seas cornudo y si descubr0 alguno lo cubriré enseguida con tus cuernos. 





sábado, 9 de febrero de 2013

Gracias por permitir que te ayuda a hacerme cornudo




Normalmente me permites que me quede de rodillas, junto a la cama, mientras follas con tus amantes. Te beso la mano y te doy las gracias por hacerme cornudo, mientras veo como te mueres de deseo, como tu coño atrapa la polla de tu macho y te lo follas con vehemencia y pasión. Pero nunca me habías dejado acercarme a la cama, estar junto a ti y abrirte las piernas para ofrecerte a tu macho. Ahora sí. Anoche me dijiste que habías cambiado de idea y que sí me dejaba azotar el culo antes de que me hicieras cornudo, me permitirías que te abriera el coño y te ofreciera a tu macho.
- Es lo menos que puedes hacer por mi, por mi felicidad -me dijiste.


Y acepté. Por eso ahora, con el culo dolorido, pero excitado, te abro el culo y el coño para que tu macho te folle mejor y tú goces más. Sé que luego él se correrá sobre tus pechos y que, por fin podre mamarlos, chuparlos y lamerlos, aunque estén llenos del esperma de otro. Es la única forma que tengo de mamarlos y por eso te agradezco que de vez en cuando, dejes que tu macho se corra sobre tus pechos para que yo pueda disfrutarlos, lamerlos, chuparlos. Aunque la última vez que quise lamer también su polla, para limpiarla, te enfadaste, me cogiste, me echaste sobre la cama me azotaste muy duro el culo por haberlo hecho sin pedirte permiso.
Y tenías razón. Gracias, amor mío, por ser tan buena y comprensiva.
Te amo.

martes, 5 de febrero de 2013

La Viagra de mi sumisión como cornudo




Me quitas el cinturón de castidad, me das Viagra y vigilas que me haga efecto. Cuando notas que empieza a ponerse durita (mi pililla, como dices tú), vuelves a ponerme la capucha del cinturón de castidad para que esté enjaulado, para que ese deseo insatisfecho me torture.

- Así desearás sentirte más cornudo –me adviertes.

Y es cierto. Tengo deseo, mucho, pero no puedo satisfacerlo. Me es imposible y entonces me pellizco los pezones para notar algún dolor que me dé sensaciones y ese dolor me excita aún más. Dejo de pellizcarme los pezones, mientras tú me miras y te ríes.  
- ¿Quieres follar? –me preguntas muy ladina.
-  Sí, por favor, te lo suplico.

Y entonces sales y regresas con una vagina de goma de esas que venden en los shepshop. Y me la pasas por la cara. Me había hecho ilusiones de follar contigo, pero hace ya años que no follo contigo. Nunca. Desde que te sugerí que me gustaría verte follar con otro, hacer un trío, todo ha cambiado en nuestra vida. Descubriste mi vena sumisa y me has convertido en tu esclavo.
-  ¿Quieres follar? – me insistes mientras me pellizcas los pezones y notas que se me pone durita por el dolor, por la humillación y por el Viagra.
-  Sí, por favor –te suplico.
-   De acuerdo. Pero entonces tendrás que llamar a mi amate y suplicarle que venga a follarme.

Y digo que sí a cabezazos. No hace falta que hagas todo esto para follar con otro y hacerme cornudo. Tienes libertad para hacerlo cuando quieras, como quieras y donde quieras. Y de hecho lo haces. Pero gozas haciéndome sufrir/gozar. Humillándome. Obligándome a reconocer que soy cornudo y que soy tuyo.
-  Es el placer del poder. Y una vez que lo has probado te vuelves adicta a él -me explicas.
- Lo sé, sé que tiens el coño mojado.
- Cierto. Así que llama a mi macho. Y suplícale.



Y lo he llamado y le he suplicado que venga a follarte, a hacerme cornudo,  mientras tú me azotas el culo y yo muestro la polla (mi pito) a punto de estallar dentro del cinturón de castidad,  tanto por el deseo de la Viagra, como por la excitación de la humillación.  Porque cuando ha venido te ha cogido en volandas y te ha follado sobre la cama, mientras yo miraba la escena excitado, muy excitado, pero sin poder satisfacerme. Por eso cuando él te follaba sentía un extraño placer mezcla de humillación y deseo. 

Pero  cuando estaba a punto de correrse, le has sacado la polla, te has sentado en la cama y has hecho que se corriera sobre tus pechos, sobre esas tetas que jamás he besado ni lamido, porque me lo tienes prohibido. Son un fruto prohibido para ti, me has dicho. Por eso, cuando me has dicho si quería chuparte las tetas, mamar de ellas por primera vez he dicho que sí dando cabezazos. Sí, sí, por favor, te lo suplico.
- Entonces ve. Acércate y mama.


Y me he acercado de rodillas hacia donde estás y he visto que están llenas del semen de tu macho, de su corrida.
- Mama -me has dicho.

Y he pegado mi boca a tus pezones y he mamado.
- No, con la lengua.

Y he limpiado tus tetas de su leche con mi lengua.
- ¿Qué se dice?
- Gracias. 
- ¿Quieres correrte?
- Si, por favor.

Y entonces me has quitado el cinturón de castidad, has cogido la vagina de goma y me la has metido en mi pene. Y has comenzado a moverla hasta que al instante me he corrido.
- Encima de cornudo impotente, eres un eyaculador precoz. ¿Comprendes ahora por qué eres cornudo? -me has dicho, mientras vuelves a la cama para seguir follancon tu verdaderom macho.

lunes, 4 de febrero de 2013

Tu poder absoluto




Pienso en ti y sueño que ya estoy contigo, que te he suplicado que me hagas tu cornudo sumiso y que te llamas Shara Dom. Y que tú has aceptado. Y que al saberlo he brincado de felicidad y te he dicho que te amo, que me entrego a ti para tu exclusivo placer porque para mí es un orgullo humillarme, entregarte mi bien más preciado: mi dignidad como hombre.

Ser tu sumiso cornudo, para que tú disfrutes lo que quieras, cuando quieras y como quieras. para que seas libre, totalmente libre sin límite alguno y sin tener que dar ninguna explicación. Haciendo todo lo que te salga del coño, dicho a la pata la llana. Porque cuanto más cornudo me hagas, cuanto más me humilles, más te amaré. Y lo sabes.

Porque ser tu sumiso cornudo es un orgullo. Es un honor que me permitas ser tu sumiso cornudo; un sumiso a tu servicio, al exclusivo servicio de tu placer que es el mío. Porque al usarme para tu placer te sirvo y mi adoración te enaltece, te eleva e incluso te embellece. Dicen que Cleopatra se bañada en leche de burra para aumentar su belleza y tú te sumerges y bañas en mi amor y sumisión por ti , y sales más bella porque mi sumisión y mi entrega a tu voluntad te embellece, te hace más atractiva y seductora. Irresistiblemente seductora. Te hace más guapa aún tener un sumiso cornudo que te ame.

Porque una vez que se te conoce, una vez que se te ama ya es imposible dar marcha atrás o huir, querer huir de ti, de tus caprichos, de tus antojos. Es imposible. Yo lo he intentado, he querido huir y siempre he vuelto y volveré a ti con la cabeza gacha para ser sometido de nuevo a tu voluntad, porque fuera de ti no hay vida. Una vez que uno te ha conocido sabe que fuera de ti, de tus dominios, de tu mundo, no hay nada. Todo es vacío.

Tristeza. Sólo hay tristeza porque el ser tu sumiso cornudo te trae la alegría, aunque tú no lo sepas en un primer momento. Bueno sí, lo averiguas cuando huyes y comprendes que no hay felicidad posible sin ti, sin tu poder, sin tus antojos, sin tu voluntad sometiendo a la mía.

Cuando comprendes que vivir sin amarte no es vida. Que nada tiene sentido sin estar subyugado a ti. Que tus caprichos y órdenes son deliciosas manjares y el sufrimiento que tú provocas un licor que al principio es fuerte, pero después emborracha de unos placeres inenarrables.

Y uno comprende que una vez que se te ha conocido y que se te ama, es imposible la huida, que no hay escapatoria porque siempre vuelvo a suplicar que tú me pongas de nuevo la correa de tu poder sobre mí. Que vuelvas a uncirme con el honor de ser tu esclavo, tu cosa, tu objeto, tu instrumento de placer. Que no tengas usted piedad y hagas conmigo lo que te venga en gana. A tu capricho.

Porque quiero amarte amo más allá del bien y del mal, más allá de dolor, más allá de los límites que cualquier persona razonable se impone para no caer al vacío. Contigo el abismo es el cielo en el que el dolor es un placer y servirte y humillarse ante ti un orgullo que sólo unos pocos pueden disfrutar y apreciar.

Y te suplico que no tengas piedad y me lleves más allá de todos los límites racionales, que los traspases todos y me conviertas en tu más sumiso y humillado cornudo que sólo piensa por ti, que sólo vive por ti, que sólo está vivo cuando tú lo humillas y sometes con esa dulce severidad que me humilla y que denota amor, mucho amor.

domingo, 3 de febrero de 2013

La puta cornuda



Quiero que estés muy sexy, cariño, me has dicho mientras me maquillabas. Quiero que estés guapa y que te comportes como una putita. No, mejor como una puta, una perra, una zorra y una guarra. Y más todavía. Eres el regalo que le voy a hacer a mi amante por su cumpleaños y quiero que lo complazcas en todo. Absolutamente en todo. Espero  no tener quejas de ti.

Ten en cuenta que eres su capricho y lleva tiempo sugríendome que le gustaría poseerte, tenerte, usarte. Sé que va a ser algo extraño para ti porque es tu jefe y mi amante, pero no obstante sé que te vas a comportar, que vas a ser la más puta que hay en la Tierra y que él quedará complacido. Esmérate porque si le gustas, si apruebas su examen, a partir de ahora tendrás que ir así a trabajar  y te convertirás en su secretaria particular.



Y tendrás que chuparle la polla en su despacho, dejarte follar allí y ser su más sumisa puta. Y además te vamos a dar hormonas para que te salgan pechitos pues él quiere correrse en ellos y yo estoy encantada de que lo haga.

Así que ahora ponte en plan puta, putita, sumisa y provocativa. Quiero ver en esa carita cómo lo vas a excitar para que te use, cómo te las vas a apañar para que te desee y te folle como una puta cornuda.

Yénifer, puta y exhibicionista




Pienso en ti, en que estamos juntos y te llamas Yénifer, por ejemplo. Eres más joven que yo y además te has reconocido ninfómana en Facebook. Hemos hecho pronto buenas migas, que se dice, porque eres una zorrita muy puta, que además le gusta exhibirse. El sueño ideal para un cornudo como yo. Aspirante a cornudo, porque todavía no tengo pareja estable. Pero tú te has ofrecido a hacerme cornudo por un día y te he visitado en tu ciudad donde hemos quedado en una cafetería para vernos.

Y has llegado con un abrigo y una minifalda cortísima que dejaba ver las braguitas tangas que llevas. Porque cuando te has quitado el abrigo y te has sentado la falda se te ha subido y han aparecido tus muslos y la braguita. Y la veía yo y algunos más. Sobre todo los que pasaban por tu lado y se paraban a mirar, con cualquier excusa.

Yo sé que estás muy buena, que eres muy sexy además de muy zorra y puta. Por eso hemos congeniado. No hay mejor premio para un cornudo que tener una mujer ninfómana, puta y exhibicionista. Y algo sumisa, con algunos machos pues te gustan que te follen cuatro o cinco, que se corran sobre tu cara, que te manoseen y te follen sin piedad como la zorra y puta que eres.



Porque lo eres y estás orgullosa de serlo. Eso me dijiste por Facebook. Así que cuando te has sentado no ha hecho falta que nos dijéramos mucho. Nos conocemos. Y tú te has puesto en seguida a darme gusto, a ponérmela dura, cuando has comenzado a sonreír a todos los tíos buenos que te gustaban. Sé que tienes la capacidad de llevarte detrás de ti a cuqluier tío que te guste, por eso no me ha extrañado que al primer tío bueno que has vito que te gustaba en una mesa cercana, le hayas sonreído, te hayas levantado y te hayas marchado hacía los aseos.

Tampoco me ha sorprendido que él se haya levantado de inmediato y te haya seguido. Y yo también. me he levantado y me he ido detrás de los dos. Y cuando he llegado a los aseos he abierto la puerta de los masculinos y te he visto sentada en los lavabos, con la falda subida y el tanga por los tobillos, junto a tus zapatos de tacón, mientras el macho que te gustaba, al que te habías llevado a los aseos sin mediar palabra, te morreaba y comenzaba a meterte la polla en tu coño depilado.
- Espera -le has dicho al verme.
- Por qué?
- Es que quiero que el cornudo de mi novio, que está ahí en la puerta mirando, vigile que no entre nadie mientras me follas.
- ¿Y no le importa? - te ha respondido él.
- Bájate los pantalones -me has dicho.

Y me los he bajado y he aparecido con las braguitas que tú me sueles dar y poner para que aparezca ante tus machos como una putita y ellos se sientan aún más machos dominantes. Y excitados.
- ¿Ves? ¿Lo comprendes ya? -le has preguntado a él.
- Claro. Y estoy encantado.
- Cornudo, querido, quédate ahí mirando y vigila que no entre nadie a molestarnos. Si ves que entra alguien, dile que está ocupado.
- Sí, cariño, no te preocupes. Tú sigue follando -te he dicho, mientras salgo, entorno la puerta y me quedo mirando por el hueco de la puerta abierta como te folla, como lo morreas, como te mete unas sacudidas que te hacen gemir y gritar porque parece que estás teniendo un orgasmo tras otro. Sé que eres fácil, muy puta y que casi te corres enseguida con sólo ver una buena polla.

Eres puta, zorra y multiorgásmica y eso me encanta. Así que cuando te has cansado de correrte y él se ha corrido en tu coño, lo has apartado, me has llamado, me has dicho que me arrodille y he metido mi cabeza en tu coño para limpiártelo y dejártelo bien limpito de la leche de tu macho.
Y luego has apartado mi cabeza, me has sacado la polla dura de mi pantalón y me la has acariciado.
- Hazte una paja si quieres.
- Y me he masturbado arrodillado frente a tu coño, besándolo, comiéndome y lamiéndome hasta que tú te has corrido sobre mi cara y yo también lo he hecho sobre el suelo.
- Nos vamos -me has dicho mientras te subías el tanga, te ajustabas la falda y salías campante y digna por la puerta. Y yo detrás de ti, satisfecho y contento porque me has dicho que vamos a otra cafetería. Me he supuesto que la noche va a ser larga, muy larga.
Y cuando hemos salido, me has cogido de la mano y me he sentido muy feliz.
- Me gustas mucho, mi cornudo -me has dicho en voz alta cuando hemos pasado al lado de una pareja.

Y yo te he dicho que también me gustas y que me gusta todo de ti; que seas tan puta y zorra y que me hagas cornudo. Y me he acercado a tu oído y te he dicho que gusta que me azotes el culo mientras yo te lamo y tú te corres; que me des de hostias por capricho para dejarme bien claro quién es la que manda y que sólo soy un instrumento de tu placer.

Porque me gusta tener las pinzas en los pezones mientras tú me explicas que quieres follarte a otro. Yo sufriendo con el dolor y tu corriéndote de gusto con mi sufrimiento. Porque ese es mi mayor placer; un doloroso placer indescriptible y que no sabría cómo pagarte si hubiera que ponerle precio. Un inmenso placer sufrir mientras tu gozas. Porque te amo.

No lo escondo, ni me avergüenzo. Me gusta humillarme para tu placer y repetir mucho que soy "tu cornudo" para que lo sepas, para que sepas que te amo más allá de todo límite, más allá de lo que ellos puedan imaginar jamás porque para ellos los cuernos son inadmisibles para su orgullo, intolerables para su hombría, pero para mí aceptar los cuernos es la mayor prueba de amor que existe, aunque ellos no lo entiendan. La prueba de tu poder sobre mí. La prueba de mi amor total y absoluto.

Y me da igual que ellos no lo entiendan, pero yo quiero gritarlo a todo el mundo, quiero gritar que me humillo por ti, que me gusta y excita sufrir para que tú goces. Que quiero que seas dura, estricta y severa (aunque cariñosa, como ya lo eres). Y no estoy enfermo. Lo sé. Si acaso, estoy enfermo de amor, enfermo de ti que te necesito para respirar y necesito la sumisión a ti como el aire que respiro. Si me falta me muero.
- Lo sé, mi querido cornudo y por eso me gustas -has añadido cuando ya entrábamos en otra cafetería y has empezado a sonreírle a los tíos buenos que tanto te gustan.